Una mañana clara y fresquita de invierno nos presentamos en el Parque Lineal del Manzanares para correr un 10000 clásico en Madrid: el Trofeo Paris. Una carrera popular con fama de estar organizada con mucho cariño, por corredores para corredores. Cuando una carrera se organiza con entusiasmo y experiencia, a los corredores nos corresponde el deber de correrla con ganas e ilusión. Y así lo hicimos la representación veggie, Mercedes y yo, acompañadas de nuestra amiga Yolanda y con el apoyo logístico, fotográfico y moral de “Animaciones Pérez”, especialistas en eventos deportivos. Todo en orden, a sus puestos, listos y ya... Salgo disparada y dispuesta a aguantar mientras pueda. Los primeros kilómetros son alegres, me encuentro bien. Tanta alegría, sin embargo, la pagaré después, cuando el viento en contra comienza a parecer el huracán Katrina y cada repechillo, un escalón Hillary. El objetivo de mejorar mi marca en la distancia no va a poder ser esta vez, pero así y todo, mantengo el tipo y la posición, consiguiendo entrar segunda en la clasificación absoluta. Un poquito por detrás, Mercedes remataba su pretemporada con su mejor marca en un 10000... homologado. Como siempre, lo mejor de las carreras viene cuando se terminan: la satisfacción del esfuerzo recompensado, conocer a otros veggierunners y a algún velociraptor, y terminar con una buena comida entre amigos en “El triángulo de las verduras”. Tanto Mercedes como yo sabemos que tenía mucha razón Hemingway cuando decía que “un gato llama a otro gato”, añadiríamos, además, que una carrera llama a otra carrera. Así que ya estamos pensando en la próxima.