—Oye, que dan unas temperaturas muy altas para estos días —le dije a mi chica—. ¿Estás segura de que es buen momento para hacer una ruta por la montaña?

—Bah, no será para tanto —respondió—. Total, en la montaña no hace tanto calor.

Así somos de inocentes y de pazguatos. Pero como dicen siempre en los telediarios, en verano hace calor y en invierno hace frío. Estamos en verano, así que, ¿qué podíamos esperar?

Nuestra ruta ha partido de La Guingueta, una pequeña localidad del Pirineo catalán, y ha recorrido algo más de 100 kilómetros hacia el oeste, llegando al Pirineo oscense y finalizando en el pueblecito de Parzán. Esta ruta es parte del sendero conocido como GR11, que transcurre entre el Mediterráneo y el Cantábrico a través de los Pirineos. Nuestra forma física y nuestras lesiones nos recuerdan que no podemos cargar con una mochila muy pesada o dormir en el suelo, así que aprovecharemos la red de refugios y establecimientos hoteleros en general para cenar y dormir, y así no tener que cargar con la comida, el saco y ese tipo de cosas.

—¿Y siendo vegetarianos os dan de cenar en los refugios? —te preguntarás.

—Perfectamente, ya verás. A veces incluso cenamos mejor que los demás montañeros, ya que nos preparan platos más ligeros y adecuados para el esfuerzo del día. En todas partes no teníamos más que decir que éramos veganos y ya sabían qué cocinar sin ningún problema.

—Esto último es mentira.

—Y gorda. Lee, lee, y comprobarás que lo más complicado de un vegetariano no es obtener proteína para hacer el ejercicio, sino convencer a los cocineros de que el atún y el pollo no son verduras.

Pero vamos al lío. La información de esta ruta está dividida en entradas correspondientes a cada día, más o menos. También podrás leer un relato que cuenta la experiencia desde un punto de vista más literario, que servirá como prueba de campo para un proyecto futuro. Cualquier comentario será bienvenido.

DISCLAIMER

Somos gente normal. Salimos a la montaña con las mochilas una o dos veces al año, y hacemos una ruta de senderismo algún domingo. Vamos al gimnasio un par de veces a la semana para mantener la culpabilidad y el sobrepeso a raya, y las carreras de montaña nos parecen ciencia ficción.

Esto significa que los tiempos y los datos técnicos te van a parecer de risa si eres un deportista habitual, y si eres un purista de las montañas te escandalizarás con nuestro nivel de amarquesamiento. Con estos textos vamos a aportar anécdotas curiosas y entretenidas, información sobre la zona y algo de humor, porque si haces estas actividades es para divertirte y conocer las montañas. Cuando te dejan.

DIA 1: LA GUINGUETA – REFUGIO E.MALLAFRÉ: ESAS DIVERTIDAS SORPRESAS

¡Alegría! Cuando llegamos a La Guingueta, donde dormiremos antes de empezar la ruta, noto una inflamación en una encía. Si es cosa del cansancio no pasará nada, pero si tengo una infección, mañana tendré que abortar la ruta, dolorido e incapaz de hacer esfuerzos. Miro a mi mochila y sólo de pensar en cargar con ella hasta el hotel ya me duele la boca.

Cenamos en el Hotel Cases, mongetes (alubias blancas) rehogadas y pasta con verduras, y pagamos (con la habitación y el desayuno) unos 90€ entre los dos, más o menos lo que vamos a pagar en los refugios. La inflamación me chafa la cena, pero al día siguiente pasa un médico por el pueblo, me confirma la infección y me receta antibióticos.

—¿Y cómo os apañasteis? ¿No teníais los refugios ya reservados cada día?

—El truco está en tener toda la información estudiada de antemano, y planificar bien la ruta para poder saltarte los planes cuando haga falta y adaptarte a los imprevistos.

1_MEDICO_EN_LA_GUINGUETA

La etapa nos llevaba primero a Espot y desde allí al refugio Ernest Mallafré, cerca del lago de Sant Maurici, pero salimos del médico a las 12 del mediodía con 30 grados a la sombra, así que cogemos un autobús que nos lleva a Espot y de paso nos aseguramos de encontrar la farmacia abierta, porque en La Guingueta no hay de esas cosas. ¡Ventajas de llevar toda la información a mano! Desde allí comenzamos a andar, con el fresquito del mediodía, hacia el refugio.

Parando a refrescarnos un poco, tardamos tres horas entre Espot y el refugio, que hay unos 8 km y 600 metros de desnivel positivo. El refugio es pequeño y acogedor. Tiene duchas de agua caliente y cervezas a 3€.

—¿Agua caliente? —te preguntarás— ¿Cerveza? Pero vosotros ¿a qué vais a la montaña?

—Tranquilo, que eso te lo cuento luego.

Al llegar al refugio les damos los datos de la reserva. Reservamos en todos los refugios con anterioridad, avisando de nuestra alimentación rarita para no ocasionarles un problema a la hora de las comidas. No hay que olvidar que, aunque a veces no lo parezca, nos atienden guardas de refugio, no hosteleros, y en ocasiones los suministros les llegan por helicóptero, porque no hay otra forma de acceso. Suelen preparar platos comunes para todo el mundo, y que les aparezcan para cenar celiacos, vegetarianos o similares sin avisar tiene que ser un incordio.

—Hola, teníamos reserva…

—Ah, ok, todo perfecto. Mira, te explico cómo va esto y blablabla.

—Dijimos que éramos vegetarianos… Veganos, vaya. Ya sabes, no comenos ni carne ni…

—Sí, sí, ya, ya. Vale, vale. Mira, sólo hay una habitación y vais a dormir en las plazas tal y tal.

¡Ay, Dios! ¡Esto no me gusta! Me temo que saldrá el cocinero a la hora de la cena a decirnos que “pollo al menos sí que comeremos, que eso casi ni es carne ni nada”. No sería la primera vez.

Pero… ¡Sorpresa! Cenamos sopa de verduras y legumbres, muy consistente, y un hummus con verduras riquísimo. Me dan ganas de hacer una genuflexión cuando veo al cocinero.

En los refugios hablas con el resto de la gente. En las cenas, por ejemplo, te sientas en mesas compartidas que montas y recoges tú solito, y aprovechas (si quieres) para comentar la ruta del día con los demás y ese tipo de cosas. En las cenas, también hay que decirlo, a veces estás un poco… apretado. Si no te has tomado antes un par de cervezas, quizá te cueste integrarte. En nuestra mesa hay franceses, holandeses, españoles y unos tipos que hablan muy raro que no sé si son finlandeses o de algún pueblecito del interior. ¿Quieres soltarte con los idiomas? ¡Cena en los refugios de Pirineos! Yo de momento ya he aprendido a gesticular en inglés, que no es poco. Sé hacer el signo de “Ok” con los dedos.

—¿A dónde vais mañana? —nos preguntan.

—A Restanca. Hemos decidido hacer dos jornadas en una sola, a ver qué tal.

—¡Buf! ¡Tenéis una buena tirada!

Mi rostro y mis labios dicen “sí, bueno, lo normal para nosotros, ya sabes” mientras pongo cara de indiferencia, pero por dentro estoy gritando de miedo. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! ¡Nos vamos a meter un tute descomunal! ¡Silvia me ha engañado, ella decía que no sería mucha paliza!

Silvia, mi pareja, parece que me comprende aunque no diga una palabra, porque debe haber interpretado mi micro-gesto de terror, y sólo le falta atusarme la cabeza como a un gatito y decirme “ea, ea, no te preocupes”.

Subimos a nuestro colchón (es una habitación parecida a la de un albergue, con camas corridas en dos alturas) a eso de las nueve o nueve y media, aún de día. Al día siguiente queremos madrugar y no esperaremos a la hora oficial de los desayunos, las 7 de la mañana, por lo que nos dejarán un termo con café caliente y algo de pan y mermelada preparado en una mesa.

DIA 2: REFUGIO E.MALLAFRÉ – REFUGIO RESTANCA: EL ALEGRE DESPERTAR EN LOS REFUGIOS

El despertador suena a las 5:30. A esas horas, como mucha gente intenta seguir durmiendo, es importante marcharte rápido de la habitación para que no te identifiquen como el pesado que los ha despertado a todos.

Como puedes ver, recurrir a los refugios guardados nos permite olvidarnos de tienda, saco y comida, y viajar más ligeros. De otro modo nos resultaría imposible, porque las lesiones (hernias de disco, problemas de rodillas y los achaques normales en una pareja de jovencitos talluditos) tienden a acumularse, no a desaparecer. Ya hablaremos de ello más adelante. En cualquier caso, los inconvenientes de dormir en un refugio son los que te puedes imaginar: ronquidos, incomodidades y, a veces, un cierto olor a humanidad. A humanidad muerta y en descomposición.

Para que no queden dudas: Nadie se despierta en un refugio de montaña contento, despejado y de buen ánimo. No intentes dormir en refugios si:

-Te incomoda dormir en camas corridas (no separadas) junto a desconocidos.

-No puedes usar tapones para los oídos.

-Las duchas y baños compartidos te dan repelús.

A cambio, por supuesto, tienes las ventajas que ya he comentado antes, además de que los guardas de los refugios te darán información precisa y actualizada sobre las rutas, el tiempo o las condiciones de la montaña, y te ayudarán si estás en apuros. Ya te cuento más adelante lo que le pasó a una señora en un refugio.

En fin, como te contaba, nos levantamos a las 5:30 de la mañana. Silvia aprovechó para despertar a los que dormían a su alrededor, porque utiliza un frontal que parece un foco antiaéreo de la guerra. Si girara la cabeza 360 grados con él encendido, como la niña de El Exorcista, parecería un faro.

Como el desayuno oficial lo dan a las 7:00, nos han dejado preparado pan, tostadas, zumo y unas piezas de fruta que hemos negociado a cambio de galletas que contenían leche. Arrasamos con todo, porque el día va a ser largo. Los desayunos cuestan 7 euros, que en proporción son lo más caro de todo.

Salimos a las 6:30. Te lo voy a resumir: Subida por un sendero, llegada al punto más alto en un collado (Port de Ratera a 2.580m), mar de nubes al fondo, ooohhh, aaahhh, foto, foto, bajada. Llegamos al refugio de Colomers, la mitad de la ruta del día, a eso de las 12:00. Llevamos 12 km y +800, -500 (metros de desnivel positivo y negativo, así a ojo). Podríamos haber pasado por el refugio de Amitges si nos hubiéramos desviado del sendero, pero no forma parte del GR11, aunque sí de la ruta de Carros de Foc, con la que compartimos parte del recorrido.

2_LAGO_OBAGO

En fin. Refugio de Colomers. Tomamos un Acuarius fresquito y unas patatas fritas, y salimos a por la segunda parte de la ruta. Volvemos a coger altura hasta el Port de Caldes, igual que por la mañana, oh, ah, pero con menos entusiasmo porque empezamos a estar cansados. Después de otros 8 km y unos +500 -500, llegamos al refugio de Restanca a las 17:00. Tienen duchas de agua caliente y te puedes bañar en el lago que hay al lado, porque estamos justo fuera del parque nacional y no está prohibido. Lo preguntamos por curiosidad académica, no porque pensáramos bañarnos.

Silvia tiene una rozadura en un pie y le duelen los hombros cosa mala. Yo aguanto el tipo de momento y mis rodillas y tobillos no se quejan, aunque estiramos un buen rato después de la ducha, como debe ser… Hemos tardado unas 10 horas en total, sin prisas pero sin pararnos demasiado, y hemos recorrido el equivalente a dos etapas del GR11, según algunas guías. Aquí hay nivel. Nos sentiríamos fuertes y poderosos si no nos hubieran adelantado dos tipos que estaban haciendo la ruta de Carros de Foc corriendo en una sola etapa. O nos deprimimos o nos tomamos una cerveza.

—¿Tenéis cerveza?

—Estrella.

—Ponme dos.

Y así hasta la cena. ¡Qué duro es esto!

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DIA 3: REFUGIO RESTANCA – REFUGIO CONANGLES: CAMBIOS DE ÚLTIMA HORA

Si la ruta parece corta, siempre puedes complicarla un poco por tu cuenta. Hay una variante del GR11 que sale de Restanca y sube por el Lac de Mar y el Lac Tort de Rius. Es más lenta porque el terreno es pedregoso y añades más desnivel que por el camino “normal”, pero dicen que las vistas son muy bonitas, y allá que vamos.

Hay quien dice que visto un lago, vistos todos, y que vista una montaña, vistas todas. Esa gente, creo yo, tiene que ser aburridísima en la cama y no les hago mucho caso. Esto es impresionante. Decimos “buenos días” al mundo frente a un mar de nubes que se ha formado por debajo del lago de Restanca, y decimos “ala, qué bonito” muchas veces mientras subimos a los lagos… Pasamos por el Lac de Mar, que tiene una isla en medio tan chula que hasta tiene nombre propio: Era Unhóla, pero el camino resulta lento, ya que hay que saltar de piedra en piedra. Avistamos el El Lac Tort de Rius justo cuando empiezan a bajar ángeles del cielo a ver quiénes son esos humanos que no dejan de blasfemar y de soltar pestes, y subimos por un sendero corto pero muy empinado, que desde abajo impone lo suyo, hasta que retomamos el GR11 original.

3_LAC_DE_MAR

Llegamos al refugio de Conangles (cerca de la boca sur del túnel de Vielha) después de 16 km, +500 -900 y unas 8 horas en total.

Allí nos encontramos con un chaval que lleva una mochila de más de 20 kg (las nuestras pesan 9 kg más o menos) y que está haciendo el GR11 al ritmo de tres etapas por día. Hoy lleva 2400 metros de desnivel y unos 30 km y, como es pronto, seguirá andando hasta que caiga la noche. Lleva saco de dormir y comida para veinte días.

Como nuestro interés no es deportivo, sino lúdico, nos lo tomamos todo con cierta pachorra, pero admiro y envidio a la gente que es capaz de hacer esos esfuerzos.

El refugio de Conangles no es muy grande, pero para nosotros es el más acogedor de todo Pirineos, porque los guardas son gente muy amable y te hacen sentir muy cómodo. Los conocimos el año pasado en una ruta que tuvimos que abortar por el mal tiempo. ¡Se acordaban de nosotros! Normal, casi volvemos loca a la cocinera a la hora de la cena… Al día siguiente nos espera una etapa muy dura, así que cambiamos el desayuno por unos bocadillos vegetales (lechuga, tomate, pimientos y cebolla, con un poco de aceite en el pan) que tienen una pinta fantástica. Pagamos 80 euros por todo, duchas, bocatas y cenas incluidas, que es algo más barato de lo habitual en el Pirineo catalán. Y a la piltra.

DIA 4: REFUGIO CONANGLES – PUENTE CORONAS: HAY QUE GANARSE EL PAN

Leo en una bolsa de frutos secos: “En Frit Ravich pensamos que la suma de los buenos momentos es la felicidad real, tú puedes hacer que esos momentos sucedan”.

Ahí queda eso. La felicidad a través de las almendras saladas.

Silvia no puede comer nada cuando madrugamos, así que nos levantamos a las 5:30 y hacemos el desayuno de los campeones, que consiste en comer una pieza de fruta y pista. ¿Cereales? ¿Leche, azúcar, huevos, seitán? Eso es para perdedores. Los que saben lo que les conviene desayunan fruta. Los que saben, y los que no tienen otra cosa que comer además de barritas de muesli y los frutos secos filosóficos, que a ver quién es el guapo que desayuna eso cuando el sol todavía no ha salido.

Así de espartanos empezamos el día Silvia, Adolfo, un tipo con el que estamos coincidiendo y con el que compartiremos la jornada (todavía no sabe que yo hablo por los codos), y un servidor. El día, en realidad, se resume en tres subidas infernales, cabañas y lagos celestiales y bajadas de purgatorio. A veces la montaña es un no parar de quejarse.

4_ANGLOS

Nos maravillamos con el Estany d’Anglós, que es precioso, y luego aprovechamos para refrescarnos en el Estany de Cap de Llauset, justo antes del collado de Ballibierna. Meter los pies en el agua fresquita es una delicia. Lo malo es que los tábanos parecen pensar igual, y no les gusta que les pises el terreno. Hay que andarse con ojo. Después de refrescarnos aún nos queda una fuerte subida y bajar hasta puente Coronas. Bañarse desnudos en las aguas heladas de un lago le hacen a uno sentirse libre y salvaje, aunque después de 10 horas de libertad y salvajismo, lo que uno quiere es descansar, ducharse y tomar algo fresquito. 10 horas hemos tardado en recorrer 18 km con +1400 y -800, que son muchas horas, pero el terreno es lento e incómodo, por bloques de piedra y buscando constantemente las marcas para no perder el sendero.

Adolfo y yo recordamos episodios de los Simpsons para entretenernos y cantamos canciones desafinando todo lo posible, a ver si así se cubre y llueve un poco, porque estamos torrefactados. Yo camino con ropa de manga larga para no quemarme, porque la ropa me da menos calor que el sol sobre los brazos. Con eso creo que te haces una idea del tiempo que nos está haciendo. El sol y el calor es nuestro enemigo jurado, como los malos de las películas.

Llegamos a Puente Coronas, que es un lugar hasta el que llega un autobús a las seis y media de la tarde y que te lleva hasta la localidad de Benasque, ahorrándote unos kilómetros de pista. Caminar por esa pista polvorienta ni nos divierte ni nos permite conocer las montañas, que es a lo que venimos, así que recobramos la civilización y dejamos la opción purista de caminar hasta el alojamiento para los deportistas y los más fuertes.

El autobús nos deja cerca del Hostal Parque Natural, en el Puente de San Jaime. No es el más barato de Benasque, pero al día siguiente la ruta sale desde aquí, y así no tenemos que bajar hasta el pueblo, que hay dos o tres kilómetros. Cenamos muy bien con botella de vino incluida. Así tranquilizamos a los músculos del cuerpo, que ya empezaban a tramar una revolución. Una ducha, una cama cómoda, una buena cena y diez horas de sueño son el mejor remedio para todo tipo de dolencias en la montaña. Mañana la ruta es corta, así que no tenemos prisa.

Antes de meternos a dormir recogemos la ropa que hemos lavado en el baño con jabón que nos traíamos de casa y que colgamos con imperdibles, porque pesan menos que las pinzas y son más seguros. Lo bueno de los días de calor es que te permiten lavar la ropa y que se seque antes de caer la noche.

—¿Pero los imperdibles no deterioran la ropa? —preguntarás.

Pues un poco sí, pero después de algunos días le pierdes el aprecio a todo lo que no sean tus pies, y se te pasa la pena. ¡Los imperdibles te sacan de muchos apuros, de verdad!

No, qué va, es broma. Eso sólo le pasa a McGiver. Nosotros sólo los usamos para tender la ropa.

DIA 5: BENASQUE – REFUGIO ESTÓS: COTILLEOS DE LOS REFUGIOS MASIFICADOS

Después de la belleza indescriptible de la jornada de ayer (todas las fotografías mienten), hoy desayunamos como gatos hambrientos delante de un plato con jamón cocido, y nos ponemos la mochila frescos y descansados.

El camino está lleno de cascadas, miradores y senderistas, porque es sábado y hay que fastidiarse la de gente que sale al monte. Pasamos por delante de la Cabaña del Turmo, famosa porque la mencionaban los Celtas Cortos en la canción esa que decía 20 de abril del 90, tarará, tarará…

5_TURMO

De pronto me siento muy viejuno.

Entre Puente San Jaime (cerca de Benasque) y el refugio de Estós, hay tan sólo unos nueve km que los hacemos en algo más de tres horas, por un camino muy cómodo y con +600 metros de desnivel. La idea original era ir al refugio de Biadós, pero estaba completo y tuvimos que dividir la etapa en dos jornadas así que no llegaremos a Biadós hasta mañana.

Llegamos al refugio de Estós, 180 plazas entre los espacios libres y los guardados y lleno hasta arriba. Para dormir esta noche, que además no estamos cansados, tendremos que tomar pastillas de valeriana suficientes como para tranquilizar a un adolescente en su primera cita.

El refugio está afectado por la masificación. Está cerca de un pueblo, hay varios tresmiles a tiro de piedra (a tiro de piedra de jugador de pelota vasca, se entiende), la zona es preciosa y forma parte de una ruta circular propia, la Ruta de los Tres Refugios alrededor del Posets. El senderismo está de moda, así que los fines de semana pasa por él gente para aburrir. Lo han reformado y ahora hasta dispone de un par de duchas, y unos servicios en un edificio independiente a veinte metros. La primera vez que visité este refugio, para lavarte tenías que usar una manguera, y eso ya estaba bastante bien.

Es sábado y está lleno. Hay gente que se queja de las condiciones y la comodidad, y pienso que esas personas no han conocido nunca un refugio aislado de verdad y no se dan cuenta de que estamos en un refugio, no en un hotel ni nada parecido. Me dan ganas de gritarles y pegarles, pero en vez de eso me pido una cerveza helada y dejo que mi coherencia descanse un poco, que uno ya está mayor para sutilezas.

Esto no es barato. Dormir, cenar, tomar algo y encargar un bocata sale, así a ojo, por 50 euros por persona y día. ¿Te parece mucho? Depende. Yo en la montaña me olvido, por ejemplo, del trabajo que ya no tengo, o de los problemas del día a día. Las montañas y el esfuerzo ponen tus preocupaciones en el lugar que les corresponde, ni más ni menos. Además, sólo se vive una vez, siete si eres un gato y nueve si le has pisado un callo a Buda, así que no nos preocupamos por el dinero más de lo necesario.

—Otras dos cervezas, por favor.

—Son 6,40 €.

—Ten, muchas gracias.

Y a otra cosa.

Las tardes en los refugios a veces están muy bien. Puedes hablar con un vegetariano rarito o con un americano sureño y descubrirás que tienes con ellos muchas cosas en común. Sudas, te cansas, blasfemas y te maravillas en los mismos lugares que ellos. Planeas la ruta del día siguiente, valoras las alternativas, comparas rozaduras y ampollas y te sientes menos insignificante a la sombra de las montañas que nos miran como si fuéramos hormiguitas, y que seguirán inmutables mucho tiempo después de que la humanidad haya desaparecido o evolucionado hacia algo diferente, como una especie inteligente o algo parecido.

Con estas reflexiones me acerco a la mochila y ¡sorpresa! La dejé tumbada con una cantimplora mal cerrada, y se ha vaciado casi un litro de agua en el interior. La mochila chorrea por todas partes pero… ¡la ropa está seca!

Briconsejo muy útil: coloca todo en la mochila dentro de bolsas herméticas. Y quiero decir todo: la ropa seca, la ropa interior, el saco, etc. Guárdalo todo en bolsas con cierre tipo “zip”, ya sabes, como las de los congelados o las que usabas para guardar la marihu…

Olvida esto último.

Guardar las cosas de este modo me ha resultado útil. La mochila se secará durante la noche y todo lo demás está perfecto, incluso el móvil, la cámara de fotos o la libreta que uso para escribir. Si la ropa interior o el saco sábana se hubieran empapado habría sido muy molesto, así que doy las gracias a dios o, en su defecto, al inventor de las bolsas herméticas.

Cenamos garbanzos y pasta como para saciar el hambre de un grupo de modelos de bikinis y nos acomodamos en nuestra plaza, en la parte inferior de las tres alturas que hay en la habitación. Eso resulta muy cómodo cuando te entran ganas de hacer pipí a las tres de la mañana y tienes que salir de tu saco, bajar las escaleras, salir del refugio y quedarte con la boca abierta ante el espectáculo de las estrellas.

Y recuerda: Decir “qué calor hace, voy a dormir desnudo/a” no está bien visto en un refugio.

DIA 6: REFUGIO ESTÓS – REFUGIO BIADÓS: LA SOMBRA DEL ACCIDENTE

En los refugios utilizan fosas sépticas y en muchas ocasiones te piden que no tires por el desagüe papeles ni nada parecido… Es decir, sólo debes tirar residuos orgánicos. Te puedes imaginar cómo huelen los servicios por la mañana, después de que los usen cien personas que tiran el papel higiénico en una papelera. Por mucho cuidado que uno ponga, eso es terrible. Pero hay que pensar el lado positivo, y es que todos los senderistas estamos usando unas instalaciones controladas y así no ensuciamos nada por ahí, porque hay veces que la gente que duerme por libre no se aleja mucho de los senderos para hacer sus cosas y eso es todavía peor, que uno ve un montoncito de piedras con un papel debajo y ya no se cree que sea un mensaje secreto.

Esa es una de las ventajas de los refugios: La huella del hombre queda concentrada en un único lugar y los residuos se gestionan mucho mejor. Para los montañeros será menos puro y auténtico, pero quizá para la montaña, dado que el senderismo es algo inevitable, sea menos agresivo. No sé. Supongo. Voy a la montaña para no pensar demasiado, así que pregúntale a otro.

En fin. Hoy por la mañana, una mujer se ha golpeado con el pico de una ventana al levantarse y al bajar las escaleras se ha desmayado. Ha estado tendida en el suelo más de una hora sin poder moverse mientras sus compañeros y el guarda del refugio la atendían. El guarda no tenía problema en llamar a un helicóptero, pero sus compañeros no han querido hacerlo. Lo comprendo, a veces el miedo a “estropearnos” las vacaciones nos hacen portarnos de forma irracional… Pero si esa mujer tenía una lesión interna, el esfuerzo físico podía haberle resultado fatal. Confiamos en que todo les vaya bien y emprendemos el camino, pensando que el seguro que incluye la Federación de Montaña en estos casos resulta muy tranquilizador.

El camino está muy bien marcado. En total, incluida la subida hasta el pico de Chistau desde el collado homónimo (¡homónimo! ¡Siempre he querido usar esa palabra!) nos lleva siete horas, y son 13 km con +900 y -1100 de camino cómodo y muy bonito. Las vistas desde el pico desencajan la mandíbula. Pretendíamos subir Los Gemelos, dos montañas de algo más de tres mil metros que quedan cerca del collado, pero habría que añadir tres o cuatro horas a la ruta y, además, yo tengo vértigo y las aristas de la cima parecían un poco aéreas.

Que no nos apetecía, vaya.

6_DESDE_PICO_CHISTAU

Silvia ha subido con el estómago vacío, sin desayunar nada, porque no se ha levantado con buen cuerpo. Pero aquí está, aguantando, porque el esfuerzo, no te engañes, es tanto físico como mental.

Bajamos hasta el refugio de Biadós, donde vamos a dormir, y las vistas también nos dejarían con la boca abierta si no fuera porque hay muchos mosquitos y se nos meterían dentro. Nos encontramos de nuevo con Adolfo, que sigue recorriendo el GR11 y con quien volveremos a hacer la ruta al día siguiente. Qué paciencia tiene el hombre.

En el refugio queremos cambiar el desayuno, como hemos hecho en otros refugios, por un bocadillo vegetal.

—Pero atún sí coméis, ¿no?

Empezamos mal.

—Sólo queremos un bocadillo con tomate, lechuga, pimiento y algo de aceite, sin atún, ni huevo, ni queso, ni nada de eso.

—Pero, ¿eso cómo se hace?

—Cambiando el embutido por lechuga.

Menos mal que llega Silvia, que ya me conoce y sabe que cuando estoy tonto me pongo desagradable con la gente. Negocia con la cocinera y acuerda unos bocadillos que, tengo que decirlo, están muy buenos pero son del tamaño de los que te ponen gratis con una caña en un bar del norte. Se ve que los vegetarianos, como comemos pocas cosas, también comemos poco. Decido pedir unas cervezas y que pase lo que tenga que pasar. Al fin y al cabo, sólo nos queda un día y podríamos terminar la ruta comiendo las cuatro barritas de cereales que nos quedan. Lo peor que puede ocurrir es que terminemos más delgados y algo más alcoholizados.

Cenamos junto a una pareja que también son vegetarianos, aunque toman huevos y lácteos. Son de esos que se preocupan tanto por lo que comen que a veces ni siquiera comen. Su salud es muy importante, dicen, y por eso no comen carne.

—¿Y vosotros por qué sois veganos? —nos preguntan.

—Animales muertos —respondo.

—Ah.

Después de una sopa y un plato de judías con patatas, a ellos les ponen una tortilla y a nosotros una ensalada. Después de cenar hacemos cuentas con los guardas del refugio y les agradecemos el esfuerzo, como hacemos siempre, porque no olvidamos que esto es un refugio y que poder cenar en ellos es un lujo en cualquier caso.

Nos vamos pronto a la cama, porque el día siguiente es largo, y también el último, y queremos madrugar un poco a ver si evitamos unas horas de sol.

DIA 7: REFUGIO BIADÓS – PARZÁN: SIEMPRE DEBES LLEVAR UN LIBRO A LA MONTAÑA

Silvia tiene jaqueca. Tiene las rozaduras controladas y sin ampollas exageradas, que no está mal teniendo en cuenta el calor que hace. Las uñas de mis pies aguantan a duras penas (las he perdido un par de veces en rutas anteriores), pero las rodillas y los tobillos, que me suelen dar guerra, se están portando como campeones.

Que no te engañen, esto es lo que hay, a todo el mundo le cuesta y le pasan cosas. Cuando lees algunas crónicas de montaña parece que la gente ni siquiera suda, y yo me pregunto si realmente no les dolerá nada... Yo creo que, simplemente, dan el esfuerzo y el sufrimiento por supuesto. Pero en fin, si fuera fácil y divertido probablemente estaría prohibido.

Me he dado cuenta de algo que echo de menos y que, por aligerar la mochila, no he traído… ¡Un libro! La lectura te acerca y te aleja del mundo, y permite que tu mente descanse. Para relajar tus pensamientos lo ideal es leer algo que no sea literatura de montaña. Yo suelo llevarme ciencia ficción porque me parece la evasión perfecta cuando estás en la montaña… ¡Meta-evasión! Si te pasas el día andando por montaña y hablando de montaña, es importante que tu mente sueñe con algo diferente cuando duermes.

Este anuncio es de un libro. Lea detenidamente las instrucciones de uso. En caso de duda, consulte con su librero.

¡Vamos a por el último día! El sendero, cómodo y bien marcado, sube hasta el collado de Urdiceto, donde hay un lago y donde paramos a comer nuestro mini bocadillo. Luego bajamos por una pista muy cómoda, por lo que las distancias y los desniveles del día no son equivalentes al esfuerzo de otros días. Entre Silvia, Adolfo y yo arreglamos el mundo, discutimos sobre alimentación (algo de lo que no nos libramos los vegetarianos por mucho que lo intentemos) y llegamos a Parzán en un tiempo muy bueno. Su compañía nos ha resultado muy grata, la verdad. Espero que le vaya bien porque le esperan etapas duras y continuará él solo…

7_URDIZETO

Miro el GPS: hemos hecho unos 26 km, con +800 y -1300, en siete horas. ¡Un tiempo estupendo! Pero insisto, porque el camino era muy bueno.

Nos despedimos de Adolfo, que se queda en Parzán, y nosotros nos vamos a Bielsa, que está a tres o cuatro kilómetros. A estas alturas ya nos parece poca cosa. Nos alojamos en el Hostal Matazueras y pagamos setenta euros por la habitación y la cena, menos que en un refugio. Para compensar, nos damos un paseo y Silvia se compra unos calcetines que tienen muy buena pinta para jubilar los que trae, que están algo cedidos. ¡Somos así de consumistas!

Al día siguiente madrugamos para coger un autobús que nos lleva a donde dejamos el coche hace una semana. Nos damos cuenta de que podríamos seguir andando, de que el cuerpo nos pide caña. Los dolores surgen a los dos días, cuando los músculos se relajan y entras en modo oficinista, donde te cuesta subir hasta los escalones de casa. Pero con un poco de entrenamiento, mucha cabeza y mucha más planificación, quién sabe… Quizá el año que viene podamos cumplir nuestro sueño y recorrer el GR11 completo, desde Cap de Creus hasta el Cabo Higuer. Eso significa que repetiremos algunas de las jornadas que hemos hecho este año, y que nos gastaremos un dineral.

Pero, ¿qué otra cosa podemos hacer? Empezaremos a ahorrar para compeed, para ropa, para cenas y noches en refugios y hostales. Y, por supuesto, para lo más obvio:

Para las cervezas de después.