El día se presentaba espléndido para hacer una carrera interesante y estrenar las Fivefingers: sol, terreno mixto, recorrido plano y familiar. Esta vez me ha dado tiempo de calentar, estirar, ir al lavabo un par de veces, saludar y hacer fotos... Me sentía un poco raro, notas la mirada especial de la gente -vegetariano, zapatillas con deditos- aunque también es divertido.

El circuito consistía en salir del polideportivo, bajar hasta los huertos y caminos que bordean el río Llobregat y volver al punto de partida, un 70% de asfalto y el resto pistas de tierra más o menos regulares. Durante el primer tramo urbano, sigo el ritmo de la liebre de 1h 40, con el objetivo de superarla si al final me encuentro bien. Me cuesta un poco poner el motor a pleno rendimiento, como de costumbre, y cuando llega me despego del grupo, un poco aburrido, y paso adelante: si estoy flojo, ya vendrán más tarde y entonces trataría de acoplarme.

Entramos en las cercanías de los cultivos, sobre algunas rampas, puentes sobre el río, y me engancho a un corredor con frecuencia parecida a la mía, pelín más rápido y constante, que me obliga a estar concentrado. La vegetación ayuda a dar sombra, el calor aumenta y me arrepiento de no haberme traído las gafas de sol (todos los gadgets me agobian, la verdad). Aún no tengo sed y paso del agua en el k5, mejor será en el siguiente.

Se nos cruzan algunas bicicletas por el camino y participantes en contradirección. No le damos importancia porque hay un recorrido paralelo, más corto, la versión 5k de la carrera. Los voluntarios nos desvían en los cruces pertinentes y seguimos ahí, cansados pero regulando, sin ninguna fatiga en los pies, y, cosa rara, aparece otro avituallamiento en el k8...; puedo aguantar hasta el k15 y allí echar el resto. Sin embargo, no aparece la señalización por ningún lado, y sí corredores perdidos, de nuevo en dirección contraria, maldiciendo y en busca de controladores con chaleco amarillo.

Algo pasa, y sólo queda seguir, el recorrido nos lleva de vuelta, y calculamos que ya se ha pasado el k15, seguro. La sed me castiga un poco y los gemelos se quejan, pero ya volvemos al asfalto y al recorrido urbano. Por el crono y el ambiente que se respira en torno a meta, algo no marcha, hay atletas que pasan andando por el arco rojo. Piden disculpas por megafonía, la prueba ha sido suspendida, ofrecen devolver el dinero. Ha habido algún fallo en las señales o en la posición de algún voluntario. Cosas que pasan.

Al menos puedo beber agua y comer dos plátanos (uno canjeado por la dichosa butifarra) y comentar la jugada con otros compañeros. Ha sido una lástima, porque la organización había estado impecable: rápida, amable y simpática en todo momento. El recorrido, entretenido, variado y original, era una buena prueba para mí, y las zapatillas han mostrado un comportamiento perfecto en todos los terrenos. Faltaron poco más de 4k, un entrenamiento aceptable, con ritmo ambicioso y la incógnita de si mejoraba o no al final. Lo he pasado bien a pesar de todo y ahora, a pensar en la próxima, que ya está encima!