Benigànim es un pueblecito de la comaca de la Vall d’Albaida a las faldas de la Serra Grossa. La carrera se enmarcaba dentro del circuito de carreras populares de la comarca, lo que le dotaba de gran participación, a pesar de haberse disputado la Media Maratón de Alcoi el día anterior, bastante cerca de allí.

La verdad es que suponía que la carrera no sería llana, dada la geografía del lugar, pero no tomé la precuación de mirar el perfil, menos mal que Guillermo me advirtió de que había cuatro picos de subidas, que yo entendí como cuatro puertos de montaña. Gracias eso me dosifiqué lo suficiente como para no sucumbir ante las cuestas.

La mañana era gris, incluso con niebla, pero no amenazaba lluvia. Llegamos con mucho tiempo de antelación, por lo que tuvimos tiempo de tomarnos un café, calentar, estirar y mentalizarnos.

LLEGANDO_A_META_RED

La salida fue puntual y poco masiva, por lo que enseguida podías correr a tu ritmo sin necesidad de codazos ni pisotones. Nada más empezar, ya se notaban las cuestas, pero aún así me dejé llevar por el ímpetu y el primer Km me salió a 4:12. No podía ser, había que regular por lo que podía pasar.

Sube y baja, sube y baja, y el paisaje bonito, mucho monte, volver al pueblo, volver a subir, un pequeño pique con otro corredor que me hacía la goma: lo adelantaba en las subidas y me alcanzaba en las bajadas.

En el tercer puerto alcancé un grupito que iba bien, pero yo me encontraba mejor y los pasé al final de la subida, pronto entendí que me había pasado de esfuerzo, porque las piernas pesaban y la respiración no volvía a la normalidad a pesar de estar ya bajando… bajando y bajando y bajando hasta casi el fondo del valle, donde se podía ver en precioso embalse de Bellús, sobre el río Albaida.

Faltaba una subida y ya estábamos por el km 11. En esto que le dije a un compañero de bajada:

- Aún falta una subida, ¿no?

- Falta la peor!! –me dijo-

Así que ralenticé el ritmo para guardar un poco de fuerzas.

Efectivamente, tras la bajada y nada más cruzar el cauce de un barranco y sin un metro llano comenzaba un kilómetro de grandes desniveles, hasta casi el 20%, no en vano había que recuperar la altitud perdida en casi 3 kms de bajada. A mitad de cuesta ya me dí cuenta de que era tontería seguir corriendo: podía ir más rápido andando a paso largo. Todos los corredores comenzábamos a caminar, hasta que se suavizaba ya la pendiente justo al llegar al kilómetro 12.

De allí a meta, en el km 15, sólo quedaba sufrir y sufrir para mantener el ritmo, las piernas ni siquieran me permitían un sprint final.

Objetivo cumplido, a pesar de la montaña, con un tiempo de 1:08. Buen ambiente, bebida, regalos y “arrop en tallaetes” que es dulce típico de aquella zona a base de vino, calabaza y azúcar. Una bomba de calorías para recuperarse.

 

Hicimos buena publicidad porque yo conocía al “speaker” y le hablé del equipo, así que nos nombró al paso por la primera vuelta, en la llegada a meta y en los momentos previos de la carrera, comentado que somos un equipo vegetariano de índole estatal.