- ¡Papa, no voy a llevar ningún globo!
- Pero si es para localizarnos
- ¡Que te he dicho que no!, es mi primera maratón, estoy nerviosa y no voy a llevar ningún globo en la espalda, corro con la gente del curro y tenemos que llevar las camisetas moradas de la Fundación Síndrome de Dravet, que ha creado un reto, el Reto Dravet, que tiene como objetivo conseguir formar el equipo runner solidario más grande del mundo para conseguir recaudar dinero para destinarlo a los proyectos de investigación que tiene en marcha la Fundación. http://www.dravetfoundation.eu/es/
- Pero es que……..
- ¡¡Llévate los globos de casa, no los quiero ver más!!.
Esta conversación la teníamos mi hija Ana y yo, la tarde anterior a la maratón. Habíamos estado por la mañana en la Feria del Corredor y en la Pasta Party y se me ocurrió la idea de llevar un globo de helio cada uno para poder localizarnos durante la carrera, ya que con el follón de la salida no nos íbamos a encontrar. Yo había quedado con los veggies en el camión guardarropa número 6 (que iluso) y ella con sus compis del curro para la foto oficial en el edificio de Correos.
Ana estaba a punto de comenzar su primera maratón y yo había decidido, casi a última hora, correr a su lado por si necesitaba cualquier cosa.
El parte meteorológico es desfavorable de principio a fin, siendo los principales protagonistas de la jornada el frio y el viento. De estos dos elementos, el frio es soportable, pero contra el viento no se puede hacer absolutamente nada y así es como amaneció Madrid, un día frio en el que la sensación térmica disminuía por las continuas rachas de viento.
3,2,1,……….. dan la salida de la maratón y yo aún estoy entregando la bolsa en el guardarropa, ¡vaya caos!, me dirijo hacia la salida, me coloco bajo el arco de salida y mirando a la gran masa de corredores que inician la carrera, a ver si localizo a Ana……un minuto, dos, tres,……solo veo caras sonrientes, camisetas de todos los colores, a los que veo con la camiseta de la Fundación Síndrome de Dravet, les pregunto por Ana. Nadie sabe nada. Hace diez minutos que ha comenzado la carrera, yo aún no he salido y no sé dónde está mi hija, ¡¡vaya panorama me espera!!.
Al fin veo a un grupo conocido, paso por el arco de salida, me uno a ellos y les pregunto:
- ¿Habeis visto a Ana? ¿va por delante o por detrás?
- ¡¡¡Ana Gracia!!!, seguro que va por delante, menuda máquina.
- Vale, gracias, voy a ver si la pillo.
Inicio la búsqueda, voy adelantando corredores todo el rato, estamos en los primeros kilómetros de la carrera y vamos juntos l@s corredor@s de los 10k, la Media y la Maratón, aproximadamente 23.000 almas. Camiseta morada que veía, la misma pregunta y la misma respuesta. Sigo adelantando gente, ¡¡subidón!!, veo una veggiseta, es Mercedes, que lleva un ritmo muy bueno, intercambiamos saludos y me despido de ella.
En el km 8, pasando por el Santiago Bernabeu, se separa la carrera, la 10k por un lado, el resto seguimos.
En el kilómetro 11, veo a Diego, el chico de Ana, que está en la acera esperando. Le pregunto:
- Ha pasado Ana
- No, que va, si ella salía a 5’40”, por lo menos le quedan cinco minutos para pasar por aquí.
Me paro en la cuneta y me quedo con Diego a esperarla. Vuelvo a saludar a Mercedes que pasa por delante.
Vemos llegar a Ana, por fin, con un compi del curro y después de once kms. consigo el objetivo, correr con mi hija su primera maratón.
- Teníamos que haber cogido los globos.
- No empecemos otra vez, que pesado eres.
- Vale, vale. ¿Cómo vas? ¿Quieres agua? ¿barritas? ¿geles?
- Tranqui papa, voy bien
Vamos bien, llegamos al km 14 y estamos en una zona bastante rápida de la carrera ya que es la bajada por Islas Filipinas y Guzmán el Bueno.
En el km 16 nos separamos de los corredores de la media y entramos en la zona más bonita de la carrera, Fuencarral, Gran Vía, Callao, Puerta del Sol, Palacio Real, y con montones de gente animando en las aceras, circunstancia que se agradece y mucho. Ana alucinaba con estos aplausos:
- Parece una etapa del Tour.
Los 2 km que separan el Palacio Real del parque del Oeste los hacemos con viento en contra, parece que estemos corriendo en Zaragoza contra el cierzo, como siempre.
Pasamos por la Media en 2:05:32, un poco más lentos que lo prefijado, pero con buenas sensaciones. Al fin y al cabo el objetivo de Ana era acabar su primera maratón, yo iba de acompañante. Un gel sobre la marcha y seguimos.
Entramos en la Casa de Campo, van a ser siete kilómetros por el parque y al salir hay que preparar el final de la carrera cuesta arriba. En el km 28 vemos por la otra orilla el km 30 y al grupo de compañeros de Ana, gritos de aliento mutuos y seguimos corriendo buscando las zonas de caminos y senderos evitando en lo posible el asfalto. Al llegar al 30, le comento a mi hija que ahora empieza el maratón. Sorprendentemente no me manda a paseo, la veo super entera, hidratándose correctamente y siempre con una sonrisa.
El km 32 marca la salida de la Casa de Campo, el viento sigue soplando y con la sensación de que siempre sopla en contra. Este tramo final es todo cuesta arriba, con pocas zonas de descanso.
Diego, que va corriendo por la acera, nos va diciendo lo que nos vamos a encontrar:
- Al final de esta subida, 200 metros y curva a la derecha.
- Regular y reservar en este tramo, luego todo recto y giro.
La verdad es que lo estábamos oyendo, pero no podíamos entender lo que decía, las fuerzas empezaban a fallar. Había que tirar de orgullo y sentimiento. Parar no íbamos a parar, yo no decía nada, solo miraba de reojo a mi hija y sabía que lo iba a conseguir.
Nos plantamos en el km 40 en 4 horas tras la subida de Alfonso XII, la gente sigue animando y hay que pensar en la meta para buscar las fuerzas suficientes para seguir adelante.
Pasamos gente, nos pasan, hay que “pretar” los dientes, vemos una puerta:
- ¿Que puerta es?.
- La Puerta de Alcala.
Nos queda un último kilómetro, se lo dedicamos a la yaya Antonia y a María José (madre y esposa) que nos esta mandando energía durante toda la carrera.
Aunque estamos sufriendo, la mente termina por olvidarse del dolor y antes de darnos cuenta habíamos subido la cuesta de Alcalá y estábamos entrando en El Retiro.
Los últimos metros de la carrera son un poco cuesta abajo con el buffcachirulo al viento.
Pasamos unidos de la mano por el arco de meta con un tiempo neto de 4:14:49.
Mi hija Ana, había terminado su primera maratón y yo podía decir que ya tenía un maratón más en la bolsa y van 10.
La maratón son 42 kilómetros y eso son muchos kilómetros. Puede pasar de todo y la euforia inicial puede tornarse el más oscuro de los infiernos si no sabemos ajustar y calibrar nuestras fuerzas y posibilidades.
Esta es la grandeza del maratón. Lo amas o lo odias, pero una vez lo pruebas, estás perdido: cada año te vuelve a llamar. Pero ojo… no perdona errores.
Ana corrió muy bien, dosificando su esfuerzo, disfrutando de la carrera y llegando relativamente fresca:
- Me lo he pasado muy bien, me he divertido pero me quedo con las carreras de orientación.
Por la tarde, después de pasar la hipotermia de rigor y antes de volver a Zaragoza, le doy los globos de helio a mis sobrinos de Madrid. Uno de ellos se escapa y se eleva, el niño se enfada:
- No te preocupes, ese globo se va al cielo con la Antonia.
Ana, muchas felicidades en tu primera maratón. Te quiero, campeona