Subo, subo y subo por pizarra suelta hasta llegar arriba. Todavía me falta alcanzar el punto geodésico que queda un poco más allá, asi que sigo cresteando y observo una especie de pequeño nicho con una placa conmemorativa.
¿Es esto una carrera? ¿es una reunión? ¡no, no, es la veggiecapa en acción!!!
No es fácil hacerse con ella. Tendréis que pasar una dura prueba y luego cumplir con un pequeño ritual en el que quizás, y solo quizás, obtengáis tan valorada prenda.
Mi escenario: como no podía ser de otra manera el Ocejón recalentado por un día de sol.
Mi indumentaria: la veggiseta, malla larga, zapatillas trail y cinturón con dos bidoncitos de agua y un tubo de gel.
Mi estado: inquietud y cansancio a partes iguales y una tirando de la otra.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
7:30 de la mañana. Una intensa luz se asoma tras la montaña y deslumbra. Salgo de la pequeña iglesia de Campillejo desde la que me deseo suerte y encantado de verte.
Sigo por la carretera ganando un poco de altura y haciendo caso omiso al GPS que me indicaba por otro camino. Me desvio por una pista forestal y sigo avanzando hasta reconciliarme con la ruta marcada hasta una curva donde aparece una ruina.
Sigue cegándome la luz de la mañana pues el GPS me indica un desvío que no veo y continúo por la pista hasta que muere en una especie de mirador para deleite de quienes sí vean. Retrocedo hasta el punto y rebusco un desvío inexistente. ¡No queda otra, toca ir campo a través con la confianza de enlazar con un camino marcado! En vano, pues el aparatito me dice que hay que seguir una linde y lo de correr para el asfalto.
Así, entre jaras y piedra voy ganando altura respetando la ruta. ¡Demasiado rectitud! La línea que marca mi trayectoria en nada se parece a la que aparece en la pantalla tan fina y constante. Yo voy esquivando obstáculos y empiezo a sospechar que nadie ha hecho esta ruta, sino que directamente la han cargado en el wickiloc sin miramientos. Algo así hice yo con una de Segovia que todavía está pendiente... ¡glup!!!
Alcanzo el cordal y un primer vértice de pizarra sobre pizarra.
Sigo por una zona más despejada hasta un segundo vértice...
.... y llego a una pequeña pardera desde la que sale una pequeña pista poco frecuentada y una construcción-refugio que son señales de civilización que en esos momentos se agradecen. Aprovecho para señalar el acontecimiento con un waypoint y correr un poquito.
El cómodo paseo dura poquito porque enseguida va desapareciendo la pista hasta quedar en un sendero que se introduce en un pinar y tras unos hitos de piedra bien intencionados se confunde entre tanto rastrojo.
Consigo cruzar el pinar y me encuentro con un mar de jaras. Empiezo a pensar que por ahí no voy a hacer cumbre, pero creo que los grandes retos tienen su recompensa y la veggiecapa merecía el esfuerzo.
Alcanzo la linde de otro pinar y llego a otro refugio. Pienso que no estaría mal instalarse allí porque la solana empezaba a preocuparme y llevaba poca agua y nada de crema para el sol. Incauto de mí.... pero la veggiecapa lo merecía.
Empiezan a aparecer pequeños robles y para evitar los jarales me introduzco entre sus jóvenes troncos. Demasiado apretados, así que me salgo de allí.
Conforme alcanzo altura la espesura desaparece y en su lugar lascas cortantes de pizarra y gayuba me dicen que he salvado un obstáculo para pasar al siguiente: la pendiente. Sigo andando y trepando hasta que asoma el Ocejón por detrás de La Cabeza de Mostajar (1839m.)
y veo el cordal que me lleva a sus alturas....
y las lascas de pizarra que jalonan un sendero antes del último repecho... ¡por fin!
¡Y ya estoy en la cima!!!!! Preparo el ritual y para ello visto al Ocejón con la veggiseta. Espero concentrado a la par que agotado el acontecimiento...
el cual me es otorgado sin género de duda y allá que fuí, todavía preocupado por la responsabilidad de una reliquia como la veggiecapa. Me despisto un poco en la bajada, pero con dos breves vuelos me sitúo sobre el camino de vuelta. Dejo atrás la pizarra suelta y continuo hasta Peña Bernarda donde da comienzo la pista forestal.
Me alegra ver postes y carteles indicadores tan curiosos como este:
Ya no hay pérdida y paro en un arroyo para rellenar los bidoncillos. Estaba seco y aun volando hacia abajo necesitaba mojar la boca. Además empezaba a acusar el agotamiento por falta de sueño. Me remojé un poco y me tomé el gel.
Y así, con cuidado de no estrellarme bien atento, me fuí con mi veggiecapa de nuevo hasta Campillejo siguiendo las indicaciones y evitando obstáculos aéreos....
Ha sido una experiencia muy gratificante aunque la compañía se echaba de menos.... pero tenía que acometer este episodio solo y con lo justo. :p jeje!
FIN.